top of page

CAMINO
ALTERNO

  • Foto del escritorFernando Vega

Repercusiones de la crisis migratoria

Actualizado: 10 feb 2023

Con la crisis de migrantes venezolanos que se vive en el momento son muchas las historias de dolor que se evidencian cada día. Recientemente, un amigo me contó que conoció a una mujer con un hijo de 11 años, que viajaban de Perú a Estados Unidos. Dice que la señora tenía una especie de problema neurológico que se le notaba levemente al conversar con ella, por lo cual sus padres nunca le permitieron trabajar. Le daban todo cuando ella estaba en Venezuela, pero su madre siempre se lo recriminaba. En algún momento decidió viajar a Perú, donde se había establecido su padre y que allí también él le daba todo pero que igualmente le reprochaba lo que le daba a ella y a su hijo. Así que decidió viajar a Estados Unidos. Dijo que allí tenía un hermano y que, aunque él no sabía que ella viajaba, estaba segura que cuando la viera la iba a apoyar para establecerse en ese país y empezar a trabajar allá. Y cuando se le preguntó cómo haría para pasar la selva del Darién, dijo que iban a esperar que saliera un grupo de gente y que ella, junto a su hijo y su hermana, saldrían detrás, que ellas eran unas “guerreras”. El peligro que representa el paso de la selva es inmenso y realmente duele ver que tantas personas tengan que exponerse a un peligro tan inmenso, además de cargar con situaciones familiares tan complejas. ¿Qué repercusiones tiene toda esta situación migratoria para las personas, para las mujeres, los niños, los ancianos, los enfermos, para la familia?
También me contaron la historia de un hombre que viajaba con su esposa embarazada, sus dos hijastros y su hijo de diez años. Pidiendo monedas lograron recolectar dinero para que la señora viajara hasta Cúcuta en bus, especialmente por cuidarla por su estado de embarazo. Sin embargo, cuando la señora llegó a Bogotá le robaron el dinero que tenía para continuar hasta Cúcuta, así que le tocó empezar a dormir en el terminal y pedir comida en los restaurantes.

El señor, mientras tanto, se quedó en Ipiales gestionando una ayuda humanitaria que le facilitara su viaje. Y, en medio de su gestión, regañó a su hijo, de 10 años, que sin más se le escapó, entonces él reportó a las autoridades para que le ayudaran a buscarlo. A los dos días lo encontraron en Popayán. Había viajado con un grupo de hombres solos en la misma dirección que viajaba con su papá, pero ya se encontraba a unas 10 horas de Ipiales en autobús. Allí había quedado en custodia de la entidad encargada de proteger a los menores de edad. Ahora, su padre tenía que viajar, sin saber cómo porque no tenía dinero, hasta ese lugar, junto a sus hijastros de 7 y 9 años (que al no ser sus hijos propiamente corría el peligro de que el Estado se los quitara) para recuperar a su hijo de 10 y luego viajar a Bogotá para ayudar a su esposa.

Lo peor de esto es saber que es el resultado, en gran parte, de un gobierno venezolano socialista que, como todo gobierno de raíces marxistas, solo se interesa por capitalizar para sus dirigentes. Y pensar que Colombia ha emprendido recientemente el mismo camino. También queremos construir una nación bajo los fundamentos marxistas. Ver el efecto comunista en Europa, en Albania, Afganistán, Cuba o Venezuela, no nos dice nada.

Y, ¿hacia dónde vamos con toda esta crítica situación? Children of Men, la película de Alfonso Cuarón, de 2006, ilustra perfectamente el escenario en el que nos podemos ver próximamente como resultado de la geopolítica. Un escenario apocalíptico no muy lejano o, incluso, presente actualmente, en el que casi toda la humanidad es migrante luchando por la supervivencia. Children of Men es, hoy en día, el paso por la selva del Darién con la ilusión de llegar a Estados Unidos para que, de repente, se cierre la frontera de ese país con México y no permitan el ingreso de absolutamente nadie, obligando a tantas personas dispersas a lo largo del continente sin nada qué hacer, sin un lugar a dónde ir.
Muchas tendrán que regresarse de Costa Rica o de México, nuevamente pasar por el Darién, y viajar a Venezuela. Otros tendrán que viajar nuevamente a Ecuador, Perú o Chile, otros establecerse en el lugar en el que se encuentran. Así, el arraigo que necesita un ser humano, una familia, una comunidad, la pertenencia a un territorio, quedarán totalmente anuladas.

¿Y las familias? Muchas familias optaron en días anteriores por separarse para poder cumplir el sueño americano. Los hombres decidían dejar a su esposa y a sus hijos en Venezuela o dejar solo a sus hijos con algún familiar, para poder emprender el arriesgado viaje. Muchas de estas familias quedarán dividas para siempre. Muchos hijos están creciendo sin su padre o su madre. Todas las secuelas que esto deja serán difíciles de reparar.

Es necesario que quienes aún tenemos la posibilidad de trabajar y vivir dignamente, aprovechemos a formarnos, a crecer en solidaridad, a salir de nosotros y a denunciar este mundo que destruye las familias y a los más pequeños, que creemos alternativas de acogida y apoyo para hacer frente a esta realidad tan cruel.

El mal no tiene la última palabra. Siempre hay esperanza, siempre hay soluciones, alternativas, pero no podemos quedarnos cruzados de brazos esperando que estas respuestas nos caigan del cielo, hay que trabajar, hay que ponerse en camino, buscar las respuestas. Y, para todo esto, es necesario construir en comunidad, es importante asociarse, construir juntos las propuestas que marquen la diferencia. Hay que buscar juntos el camino de la verdad.




76 visualizaciones1 comentario

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page