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CAMINO
ALTERNO

  • Foto del escritorFernando Vega

Reconciliación y Prosperidad: El Valor de la Paz en Colombia

Actualizado: 29 nov 2023

La construcción de la paz en Colombia es un llamado imperativo, no solo a nivel social, sino también espiritual. En el contexto colombiano, la importancia de construir la paz es palpable a través de las cicatrices que el conflicto armado ha dejado en el país. Las víctimas han sufrido innumerables tragedias, desde la pérdida de seres queridos hasta la destrucción de sus comunidades y la violación de sus derechos más básicos. Estas heridas profundas exigen un proceso de curación tanto a nivel individual como colectivo.

La historia del conflicto armado en Colombia es larga y dolorosa. Durante décadas, grupos armados insurgentes, paramilitares y el Estado se han visto involucrados en un conflicto que ha dejado miles de muertos y desplazados. Las respuestas exclusivamente militares a esta problemática han demostrado ser ineficaces. La paz no puede lograrse mediante la violencia, ya que esto solo perpetúa el ciclo de sufrimiento y destrucción.

La devastación causada por la guerra es evidente en los territorios colombianos. Muchas regiones han quedado arrasadas, y las que han logrado reconstruirse y avanzar hacia un futuro mejor se ven amenazadas por la posibilidad de un recrudecimiento del conflicto. La paz es esencial para permitir el desarrollo sostenible, la inversión en infraestructura y el bienestar de las comunidades locales.

Pero es importante tener en cuenta que la paz no es solo un proceso externo, sino también interno. Como diría santa Teresa de Ávila, es necesario entrar en nuestro "castillo interior" y encontrarnos con Dios para sanar nuestras heridas personales y transformar el sufrimiento que llevamos dentro. Las emociones como el miedo, la tristeza, la desesperanza y el rencor pueden convertirse en fuentes de violencia si no se abordan adecuadamente. El proceso de construcción de la paz implica un viaje interior hacia la sanación y la reconciliación personal.

Una vez que nuestras heridas son transformadas por la gracia divina, estamos llamados a ser agentes de paz en nuestra sociedad. Debemos servir y donarnos a los demás, especialmente a los más necesitados y marginados. La construcción de la paz en Colombia es un llamado a la solidaridad y al compromiso con la justicia social. Debemos trabajar juntos para superar las divisiones y construir un país en el que todos puedan vivir con dignidad y en armonía.

El nuevo proceso de paz que se está llevando a cabo en Colombia con diversos grupos armados es una oportunidad para poner fin a décadas de conflicto y construir un futuro más prometedor. Sin embargo, este proceso es complejo y requiere el compromiso de todas las partes involucradas, así como el apoyo de la sociedad en su conjunto.

El Papa Benedicto XVI en el mensaje de la XXXIX Jornada Mundial de la Paz, nos recuerda que la paz no es simplemente ausencia de la guerra sino “convivencia de todos los ciudadanos en una sociedad gobernada por la justicia, en la cual se realiza en lo posible, además, el bien para cada uno de ellos”. Benedicto XVI nos recuerda que la paz es mucho más que la mera ausencia de conflictos armados; implica un compromiso profundo con la justicia, la reconciliación y la convivencia armoniosa.

En Colombia pareciera que las diferencias entre los ciudadanos son tan grandes que son irreconciliables, pero, por el contrario, esa diversidad puede ser una fuente de riqueza para la construcción de un país mejor para todos. Acojamos el llamado del papa Francisco en Fratelli tutti: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”.

En conclusión, la construcción de la paz en Colombia es esencial porque el pueblo colombiano ha sufrido demasiado a causa del conflicto armado. La paz no solo implica la ausencia de guerra, sino también la búsqueda activa de la justicia, la reconciliación y la convivencia armoniosa. Este proceso debe comenzar en el corazón de cada individuo, donde las heridas personales pueden sanar y transformarse en un impulso para trabajar por un país más justo y pacífico. La historia del conflicto en Colombia es dolorosa, pero el nuevo proceso de paz brinda esperanza para un futuro mejor si todos trabajamos juntos en su construcción. Como católicos, debemos recordar el llamado del Papa Benedicto XVI y del Papa Francisco a buscar la verdadera paz, basada en la justicia y el respeto por la dignidad humana.

*Foto: Jesús Abad Colorado


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